Boca Juniors atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. El equipo suma once partidos consecutivos sin conocer la victoria, una racha inédita desde la fundación del club en 1905. La eliminación en todas las competencias oficiales, la tensión interna en el vestuario y la creciente presión de los hinchas han generado un clima explosivo en La Ribera. La conducción de Juan Román Riquelme está en el centro de las críticas y se anuncian inminentes cambios en la dirigencia deportiva.
Crisis deportiva sin precedentes
Este fin de semana, el Xeneize cayó 1-0 frente a Huracán, confirmando su peor racha sin triunfos en toda su historia. El conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo fue eliminado este año de la Copa Libertadores, la Copa Argentina y el Mundial de Clubes, generando una ola de cuestionamientos internos y externos. En su reciente participación en la Copa Argentina, Boca fue eliminado en 16avos de final tras perder con Atlético Tucumán, quedando sin posibilidades de levantar un título en 2025.
El equipo, que cuenta con figuras de renombre como Edinson Cavani y Leandro Paredes, no logra plasmar un funcionamiento competitivo, y el rendimiento colectivo ha sido ampliamente cuestionado por analistas deportivos y exjugadores.
Dirigencia bajo la lupa
En el plano institucional, todas las miradas apuntan a Juan Román Riquelme, presidente del club, quien enfrenta una presión creciente tanto de los socios como de la prensa. El histórico ídolo, que había prometido devolverle la gloria a Boca, es ahora blanco de duras críticas por sus decisiones futbolísticas, la gestión del Consejo de Fútbol y los resultados obtenidos.
Según trascendidos, Riquelme ya estaría preparando una profunda reestructuración del Consejo de Fútbol, buscando dar un golpe de timón ante una situación que amenaza con volverse irreversible. La falta de autocrítica y la cerrazón en las decisiones también han sido motivo de malestar puertas adentro.
La Bombonera fue testigo de cánticos hostiles contra los jugadores y la dirigencia en el último partido. El clásico “que se vayan todos” resonó con fuerza, mientras que desde la barra oficial, La 12, surgió un mensaje que se viralizó rápidamente: “Con la camiseta del club es ganar o morir.” El líder barrabrava Rafael Di Zeo también utilizó sus redes sociales para enviar un mensaje directo a los futbolistas, aumentando aún más la presión.
En paralelo, la cuenta oficial del club en redes sociales intentó calmar los ánimos con un mensaje conciliador: “Todos juntos, siempre.” Sin embargo, la publicación fue recibida con una avalancha de comentarios negativos, demostrando que la relación con la comunidad boquense está en su punto más bajo.
Tensión en el vestuario
Tras la última derrota, fuentes internas del club confirmaron momentos de alta tensión en el vestuario. El delantero Miguel Merentiel, en un arranque de furia, rompió un vidrio al regresar del campo de juego. La escena fue interpretada como un símbolo del hartazgo que reina puertas adentro.
Además, periodistas cercanos al club señalaron que la relación entre algunos jugadores y el cuerpo técnico estaría desgastada. “Se rompió la armonía”, señaló un cronista de TyC Sports, dejando entrever que los conflictos internos podrían acelerar decisiones de fondo.
Futuro complicado: sin torneos ni objetivos
Con todas las competencias relevantes del año perdidas, a Boca solo le queda el torneo local como única vía para clasificar a la Copa Libertadores 2026. El panorama es sombrío: el equipo debe ganar el campeonato o finalizar entre los tres primeros de la tabla anual, algo que hoy parece lejano.
En este contexto, la dirigencia deberá decidir si continúa con el actual proyecto o si es momento de un cambio estructural que devuelva la confianza a los socios e hinchas.