La guerra en Ucrania atraviesa un momento de fuerte tensión diplomática tras la reciente cumbre entre el expresidente estadounidense Donald Trump y el mandatario ruso Vladimir Putin en Alaska. El encuentro, celebrado el 15 de agosto, terminó sin acuerdos formales, aunque dejó señales que generaron preocupación en Europa y en Kiev.
Según trascendió, Trump mostró disposición a discutir propuestas de Putin que incluyen la congelación de las líneas de frente y el reconocimiento de territorios ocupados por Rusia, como Donetsk, Luhansk y Crimea. Aunque el republicano calificó la cita como “muy productiva”, analistas y dirigentes europeos advirtieron que estos gestos podrían interpretarse como una victoria diplomática para Moscú.
En este contexto, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy llegó este lunes a la Casa Blanca acompañado por líderes europeos, entre ellos Emmanuel Macron, Keir Starmer y Ursula von der Leyen. El objetivo central del encuentro es coordinar una estrategia común que refuerce la soberanía de Ucrania y evite concesiones territoriales.
Zelenskyy sostuvo que “la paz solo se logra mediante la fortaleza” y pidió garantías de seguridad sólidas, similares a las ofrecidas por la OTAN, en lugar de acuerdos que impliquen ceder regiones ocupadas.
La reunión en Washington es vista como decisiva: marcará si Estados Unidos, bajo la influencia de Trump, buscará presionar a Ucrania hacia un acuerdo con Rusia o si reforzará el apoyo militar y diplomático en línea con los aliados europeos.
Mientras tanto, en el terreno, los ataques rusos continúan afectando ciudades ucranianas y provocando nuevas víctimas civiles, lo que aumenta la urgencia de una salida negociada que no debilite la posición de Kiev.