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Una mujer pasó una noche de terror en su casa incendiada y atada por cuatro personas en la ciudad de San Luis

En un caso que parece extraído de una pesadilla, una mujer de 36 años vivió horas de horror en su casa del barrio Solidaridad, en San Luis: apareció desmayada, con las manos atadas, sobre su cama mientras su vivienda ardía. Cuatro personas —aún no identificadas— habrían cometido un intento de homicidio. Fue un vecino quien, alarmado por el fuego, dio aviso a la Policía, lo que permitió llegar a tiempo y potencialmente salvarle la vida.

Las llamas habían comenzado alrededor de las 23 del martes. Cuando los oficiales ingresaron por una puerta lateral —que había quedado abierta— encontraron el comedor en pleno incendio. Recurrieron al matafuegos del patrullero para detener el avance de las llamas y, al avanzar hacia las habitaciones, hallaron a la mujer semidormida. Salir inmediatamente fue la prioridad: pidieron asistencia médica y la evacuaron.

El escenario era escalofriante. En una de las habitaciones detectaron una garrafa con gas liberado cerca de donde estaba la mujer, además de un bidón con combustible. La hipótesis policial es que alguien intentó quemar la vivienda mientras ella dormía, tras inmovilizarla con las manos atadas. Apenas dada de alta en el hospital tras pasar la noche allí, la víctima fue directa a la comisaría para formalizar su denuncia.

Según pudo reconstruirse, la mujer relató que regresaba en moto de dejar a su pareja en su trabajo cuando fue interceptada por cuatro personas que la esperaban y atacaron de inmediato. Testigos del lugar identificaron a dos de los agresores como “hombres grandes” y a los otros dos más jóvenes. Señalan que hace poco ocurrió un hecho similar en la zona, con la misma cantidad de atacantes, lo que suma inquietudes sobre si hay un patrón o si hay autores en serie cometiendo agresiones violentas en el barrio Solidaridad, frente al predio de la vieja canera, cerca del hospital de Salud Mental Eva Perón.

Este episodio no solo desnuda una violencia avalada por la impunidad, sino la grave disfunción institucional que permite que una mujer con signos claros de ataque brutal deambule desprotegida dentro de su propia casa. La falta de respuesta inmediata, incluso cuando la víctima y su vivienda estaban en grave riesgo, representa una falla imperdonable en la protección estatal: la ciudadana fue víctima doble —del atacante y del sistema.

Mientras la Policía avanza en la búsqueda de los cuatro sospechosos, el caso ya genera alarma en la comunidad: entre vecinos circulan versiones que no están autorizadas aún, pero que alimentan el miedo y exigen respuestas urgentes. Las autoridades locales deben investigar este ataque con máxima prioridad, garantizar la seguridad de la víctima y responder con transparencia sobre cuándo y cómo se intervendrá la seguridad en una zona que parece haber sido señalada por este tipo de violencia extrema.

En definitiva, este caso es una radiografía de fragilidad institucional: una mujer atacada en su hogar, el fuego como herramienta de muerte, manos atadas y la soledad de despertarse sin respuestas inmediatas. San Luis debe exigir justicia, protección real y dejar de naturalizar que algo así ocurra rodeado de silencio. La ciudadanía merece saber, pronto, quiénes están tras el horror y cómo se prevendrá que se repita.

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