Durante más de doce horas, la madre de la ex Bandana pidió que allanaran el departamento de su expareja, denunciado por violencia de género en 2022. Nadie actuó hasta que las amigas salieron a hablar públicamente. Cuando finalmente entraron, Lourdes estaba ahí. Él quedó detenido.
Lourdes Fernández, conocida por todos como Lowrdez, fue encontrada después de una jornada entera de desesperación, silencio institucional y un reclamo que tuvo que hacerse mediático para que recién entonces alguien firmara una orden.
Durante más de doce horas, su madre pidió que la Justicia allanara el domicilio de la expareja de Lourdes, Leandro Esteban García Gómez, un hombre ya denunciado por violencia de género en 2022.
Nadie la escuchó.
Las horas pasaron entre llamados, mensajes y promesas de que “ya estaban trabajando en el caso”. Pero recién cuando las amigas de Lourdes —sus compañeras de Bandana— salieron a hablar en los medios, el expediente se movió. Recién entonces, la Justicia reaccionó.
El allanamiento se hizo, y allí, en el departamento del mismo hombre denunciado por maltrato, Lourdes apareció.
Él fue detenido.
UN PATRÓN QUE SE REPITE
No fue un episodio aislado ni una “confusión”.
En 2022, Lourdes había contado públicamente el calvario que vivía. Mostró moretones, habló de miedo, de manipulación, de control.
Y como en tantos casos, el Estado archivó el alerta.
No hubo un seguimiento, no hubo acompañamiento sostenido, no hubo respuesta efectiva frente a la reincidencia de un agresor denunciado. La familia insiste en que la demora judicial pudo haber terminado en una tragedia.
La historia de Lourdes expone un sistema que sigue funcionando a destiempo: donde la víctima tiene que volver a desaparecer, o gritar en los medios, para que las autoridades se muevan.
LAS AMIGAS QUE NO CALLARON
Mientras la familia golpeaba puertas, las redes se llenaban de pedidos de ayuda.
Las ex Bandana —Valeria Gastaldi, Lissa Vera y Virginia Da Cunha— se plantaron frente a cámaras, llamaron a la acción, rompieron el silencio que tantas veces mata. Esa presión mediática fue decisiva: la causa pasó del olvido a la urgencia.
UNA PREGUNTA QUE SIGUE ABIERTA
¿Qué hubiera pasado si Lourdes no fuera famosa?
¿Cuántas mujeres desaparecen cada semana sin que nadie encienda una cámara ni firme un papel a tiempo?
¿Hasta cuándo el Estado va a seguir actuando con la misma lógica de reacción y no de prevención?










