Una formación de la Línea Sarmiento, que conecta la zona oeste del Gran Buenos Aires con la Ciudad de Buenos Aires, se descarriló hoy martes cerca de las 15.50 h a la altura de Liniers, en la intersección de la avenida Rivadavia con Timoteo Gordillo.
Según informes oficiales, dos personas —un hombre y una mujer— resultaron con politraumatismos y están siendo atendidas por el servicio de emergencias SAME. Todos los pasajeros fueron evacuados. El servicio se encuentra interrumpido entre Haedo-Castelar y Moreno, y la energía de ambas vías fue cortada como medida preventiva.
El incidente se produce en un tramo donde se evidencian problemas estructurales y de mantenimiento. No se descartó que la causa esté vinculada al desplazamiento de tres vagones que terminaron en una vía paralela al aproximarse a la estación Liniers.
Este hecho pone en evidencia una realidad que afecta al sistema ferroviario argentino: décadas de desinversión, falta de mantenimiento preventivo y una continua desregulación del sector transporte. Aunque los responsables operativos inmediatos siguen investigándose, el escenario sugiere que no basta con reaccionar tras un siniestro: es necesario un plan integral serio que garantice la seguridad de miles de usuarios que, todos los días, confían en un servicio clave de movilidad metropolitana.
Las autoridades de Trenes Argentinos Operaciones junto a los bomberos y equipos de rescate permanecerán en el lugar para la remoción del material y la inspección técnica de las vías, con el objetivo de restablecer el servicio lo antes posible. A la vez, se abrió una investigación para clarificar causas, responsabilidades y mecanismos de prevención.
En síntesis, más allá de la atención inmediata del siniestro y de garantizar que no haya víctimas fatales, esta situación obliga a plantear preguntas más profundas sobre la infraestructura y la gobernanza del transporte ferroviario en la región metropolitana: cuando los recursos escasean y las reglas de control se aflojan, los usuarios pagan el costo.









