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Ailing descansa tranquila: encontró al argentino que la defendió en la final de la Copa América

Una historia de solidaridad cruzó fronteras y finalmente terminó con un final feliz. Ailing Hou, una joven de 24 años de Beijing, logró reencontrarse con el jóven argentino que la defendió de un ataque racista durante la final de la Copa América 2024 en Miami.

El origen de un gesto inolvidable

Durante el partido entre Argentina y Colombia en el Hard Rock Stadium, Ailing y una amiga sufrieron insultos y gestos racistas de hinchas colombianos que intentaron arrebatarles sus asientos. En medio del caos, un joven argentino se interpuso valientemente para defenderlas. “Se paró frente a ellos, primero gritó y después les habló con calma hasta que se fueron. Fue muy valiente”, relató Ailing.

Sola y sin comunicarse con él —ya que ella no habla español y él no hablaba inglés— Ailing sólo alcanzó a sacarle una foto antes de que la multitud la envolviera. Desde entonces, comenzó una búsqueda incansable.

Ailing llegó por primera vez a Argentina en marzo de 2025, recorriendo estadios como River, Boca y Vélez, y entregando una carta en la AFA junto a la foto del chico. Posteriormente, emprendió un segundo viaje que la llevó a provincias como Córdoba, Salta, Mendoza y Ushuaia, en un esfuerzo por reconocer rasgos físicos regionales y localizarlo.

Expresó que su objetivo no era romántico: “No estaría enamorada… sólo quiero ser su amiga y devolverle el gesto con gratitud”, dijo, recordando que en su cultura ese tipo de gratitud es un imperativo moral.

El reencuentro virtual que lo cambió todo

Finalmente, todo cambió con un mensaje de correo electrónico: “Soy el papá del chico de la nota. Mi hijo se llama Antonio, llamalo.” Antonio tiene 17 años, vive en Santo Tomé (Santa Fe), estudia y planea seguir su camino académico y profesional en Buenos Aires.

A través de Instagram comenzaron a familiarizarse y ella lo invitó a ver un partido de la selección en septiembre. Incluso, le ofreció viaje y hospedaje para conocer su país y saldar esa promesa de gratitud.

Aunque aún no se han encontrado en persona, ya comenzaron a planearlo. Antonio reconoció que nunca esperó que su pequeña acción generara una historia que trascendiera tantos kilómetros.

Ailing, por su parte, afirma que “no hay deuda mayor que agradecer un acto de solidaridad sincera”. Y en esa búsqueda encontró mucho más que un nombre: recuperó la confianza, la cercanía cultural y la conexión que el fútbol puede generar entre desconocidos.

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