En una sesión maratónica, la Cámara de Diputados no logró los dos terciosnecesarios para insistir con la ley que otorgaba un aumento del 7,2% y elevaba el bono mínimo a $110.000. Así, quedó firme el veto presidencial de Javier Milei y los haberes seguirán sin esa mejora, en un contexto en el que miles de jubilados ya viven por debajo de la línea de indigencia.
Según el tablero de la votación, la moción que sostuvo el veto obtuvo 160 afirmativos, 83 negativos y 6 abstenciones(con 8 ausentes). Para dar vuelta el veto la oposición necesitaba dos tercios de los presentes, umbral que nunca apareció pese a las negociaciones hasta último momento.
Afuera del Congreso, la postal fue de bronca y desamparo. Jubilados y organizaciones protestaron durante horas con carteles y cánticos; la confirmación del veto desató lágrimas y abrazos de impotencia. “Con estas jubilaciones no se vive”, repetían frente a la cúpula verdosa del Palacio, en una escena que ya es rutina de los miércoles.
La decisión deja una señal política cruda: el Gobierno blindó el ajuste sobre los mayores, incluso en la misma jornada en la que Diputados sí reunió los dos tercios para rechazar el veto a la emergencia en discapacidad. Esa combinación —alivio para un colectivo, recorte para otro— exhibe la aritmética despiadada de una sesión que priorizó la contabilidad fiscal sobre la dignidad de quienes trabajaron toda su vida.
con el resultado de anoche, el capítulo jubilatorio queda cerrado (el veto se sostiene). Solo un nuevo proyecto de ley podría reabrir la discusión de aumentos y bonos para el sector pasivo.