A pesar de la intervención masiva con fondos prestados y de ventas en el mercado, el peso perdió terreno cada jornada. Analistas y fuentes del mercado advierten que la maniobra oficial es un parche que desangra reservas y no propone soluciones estructurales; el lunes post-electoral se espera una nueva ola de volatilidad.
El Gobierno nacional utilizó esta semana entre US$400 y US$500 millones provenientes de intervenciones del Tesoro en el mercado cambiario para intentar frenar la continua suba del dólar, según estimaciones de operadores y casas de bolsa replicadas por medios locales. Pese a esa inyección de divisas —y a apoyos puntuales desde el exterior—, la moneda norteamericana escaló día tras día en los distintos segmentos, dejando en evidencia la fragilidad del esquema de contención oficial.
La táctica oficial se basó en ventas directas en el mercado de contado y en el uso de reservas previamente recompradas a exportadores del agro. Operadores consultados señalaron que estas rondas —que algunos ubicaron en torno a los US$400–US$500M en el agregado semanal— sólo sirvieron para comprar tiempo: los tipos de cambio financieros (MEP y contado con liquidación) y el blue siguieron a la alza en jornadas consecutivas.
Diversos análisis de la prensa económica local califican la estrategia como un parche costoso: consume recursos en un escenario donde la confianza no se recupera y las expectativas siguen ancladas a una devaluación futura. En ese contexto, fuentes del mercado afirmaron que la medida no viene acompañada de un plan alternativo de calado —no hubo anuncios de reformas que reduzcan la demanda de divisas ni herramientas claras para restaurar la confianza— y que por lo tanto el “respiro” es momentáneo.
¿Qué esperan los mercados para el lunes post-elección?
Los operadores anticipan una jornada de alta volatilidad y una postura de venta de activos locales: caída de bonos, presión en la curva de tasas, y mayor demanda de dólares paralelos. Fuentes locales —y reportes internacionales que relevaron esos ecos— coinciden en que las opciones del Gobierno son limitadas y costosas:
- Seguir vendiendo reservas y apelar a apoyos externos (solución temporal que agota stock de divisas).
- Permitir una devaluación ordenada (medida que restablece competitividad pero golpea a salarios y precios).
- Reforzar controles de capital y restricciones (genera aislamiento financiero y desincentiva inversiones).
El consenso de mercado es que, sin señales claras de política económica que ataquen el problema estructural de la demanda de dólares —y sin un programa creíble para reconstruir confianza—, cualquier intervención puntual seguirá siendo insuficiente y costará reservas: “se está desangrando la economía por parches”, dijeron operadores entrevistados por la prensa.
La utilización de cientos de millones de dólares en una semana para contener la cotización muestra la crítica situación cambiaria: la intervención fue intensa pero su efecto fue efímero. El Gobierno no presentó hasta ahora una hoja de ruta pública y sustentable que tranquilice a los mercados y proteja a la población más afectada por la pérdida de poder adquisitivo. El lunes post-electoral será la primera prueba de fuego para el esquema: si no llega una señal distinta, los analistas prevén una nueva escalada de la divisa y mayor presión sobre los bolsillos de los argentinos.










