Un informe reciente del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina (CentroRA) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA revela un giro alarmante en los hábitos de consumo: el uso de tarjetas de crédito para comprar alimentos en supermercados pasó del 39 % al 46 % del total de las transacciones entre diciembre de 2023 y mayo de 2025.
Este fenómeno refleja una realidad en que el endeudamiento ya no es un recurso excepcional, sino una estrategia cotidiana para garantizar la comida en el hogar. Mientras tanto, otros medios de pago ceden terreno: las tarjetas de débito cayeron del 34 % al 27 %, y el uso de efectivo del 20 % al 16 %.
El contexto es crítico: el 91 % de los hogares argentinos está actualmente endeudado, y más del 58 % de ese endeudamiento con tarjetas se destina a la compra de alimentos, según datos del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE).
La dependencia creciente del crédito para comer revela una pérdida alarmante del poder adquisitivo: muchos hogares no tienen liquidez para cubrir necesidades básicas sin recurrir al endeudamiento. Esto se relaciona con tasas de interés elevadas, mora en ascenso y la expectativa de recortes futuros, lo que transforma la compra de alimentos en una fuente adicional de presión financiera.
Que significa esto:
- Vulnerabilidad estructural: La refinanciación constante de deuda alimenta un ciclo de endeudamiento difícil de cortar.
- Pérdida del poder adquisitivo: El ingreso ya no alcanza para cubrir gastos esenciales, por lo cual se recurre al crédito.
- Poca recuperación del consumo: A pesar de indicadores microeconómicos favorables, la demanda interna se mantiene débil, ya que está atada al endeudamiento y no al ingreso real.
- Riesgo social: El incremento del endeudamiento para sostener la dieta diaria podría traer consecuencias negativas en salud, nutrición y cohesión familiar.










