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Ni pileta, ni limonero: el día que un inquilino “reseteó” un dúplex en Córdoba

Un episodio singular estalló en Córdoba: una familia que había venido haciendo mejoras en un dúplex decidió revertir absolutamente todo tras la negativa del propietario de reconocer su inversión.

¿Qué pasó?

A su ingreso, el dúplex —recién construido— presentaba serias falencias: el patio era tierra desnivelada que acumulaba agua, sin césped ni desagües, y las aberturas superiores carecían de rejas pese a tratarse de una zona con problemas de seguridad. Ante esa situación, los inquilinos comunicaron que harían mejoras:

  • Nivelaron el terreno y colocaron champas de césped de calidad.
  • Instalaron un desagüe pluvial y baldosas.
  • Construyeron una pileta de material con iluminación.
  • Armaron un fogonero y plantaron un limonero.
  • Pusieron rejas en la planta alta.

Pero al renegociar el contrato al finalizar el plazo, solicitaron que el propietario reconozca al menos parte del valor agregado; la respuesta fue un rotundo no. Enfurecida, la familia procedió a la “deconstrucción” completa:

  • Levantaron el césped y baldosas.
  • Desenterraron el limonero cargado de frutos.
  • Demolieron la pileta con mazas y rellenaron el hueco con tierra.
  • Desmontaron el fogonero.
  • Retiraron todas las rejas.

Al final, la vivienda volvió a su estado original: sin mejoras, sin verde y sin confort. Un patio desolado y un símbolo fuerte de frustración e impotencia.

Un reflejo del nuevo mercado de alquileres

Este caso no es aislado: se inscribe dentro de un mercado que cambió radicalmente tras la eliminación de la ley que regulaba plazos, contratos y aumentos. La desregulación total abrió espacio para que propietarios e inquilinos negocien “a medida”, con contratos que ahora suelen ser más cortos y actualizaciones frecuentes (trimestrales o semestrales).

Además, pese al aumento en la oferta de inmuebles en lugares como Córdoba o Rosario, los inquilinos siguen pagando -en muchos casos- parte de su sueldo solo en alquiler, con expensas y servicios que también escalonadamente encarecen la ecuación.

Para reflexionar

  • ¿Qué valor tienen las mejoras realizadas por el inquilino? ¿Son inversión o responsabilidad compartida?
  • ¿Hasta qué punto es legítimo revertir las modificaciones? ¿Un acto de justicia o una forma drástica de protesta?
  • ¿Cómo debería reformarse el marco legal para proteger a ambas partes?

Una historia que puede parecer anecdótica, pero desnuda tensiones profundas en el nuevo esquema: la voluntad popular de no invertir en algo que luego no se reconoce, y la precarización creciente del inquilino frente a la intransigencia del propietario.

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