Buenos Aires, Argentina – La jornada de ayer en el Congreso de la Nación marcó un antes y un después en la política argentina. Contra todo pronóstico y a pesar de la fuerte presión del Ejecutivo, el bloque opositor logró un triunfo rotundo: se aprobó la nueva fórmula de movilidad jubilatoria que garantiza una recomposición de los haberes muy esperada, junto con otras leyes cruciales que benefician a amplios sectores de la sociedad. Fue una victoria clara para los jubilados y trabajadores, y una derrota contundente para el plan de ajuste del Gobierno de Javier Milei.
Tras meses de debate, reclamos y una constante licuación de sus ingresos por la inflación, el Congreso hizo justicia. La nueva fórmula aprobada ayer por la tarde y noche asegura que las jubilaciones se actualizarán mensualmente por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), garantizando que los haberes no pierdan contra la inflación. Además, se contempla un bono compensatorio por el desfase de los meses anteriores, un punto clave que busca reparar parte del daño ya causado.
Esta decisión legislativa representa un alivio significativo para millones de adultos mayores que vieron cómo sus ingresos se pulverizaban, forzándolos a vivir en condiciones de extrema precariedad. La aprobación de esta ley no solo es una mejora económica, sino un acto de dignidad y reconocimiento a quienes dedicaron su vida al trabajo y hoy merecen vivir con tranquilidad.
Pero la jornada no terminó allí. También se aprobaron otras leyes que impactan positivamente en trabajadores y diversos sectores sociales, ampliando el alcance de esta victoria legislativa sobre las políticas de recorte.
La Respuesta de Milei: Amenazas y la Fragilidad del “Plan”
La reacción del presidente Javier Milei no se hizo esperar, y su tono fue el de siempre: beligerante y amenazante. Apenas conocida la aprobación de las leyes, el mandatario arremetió contra el Congreso, calificando el aumento a jubilados de “atentado contra el equilibrio fiscal” y “derrota de la casta”, prometiendo que vetará la ley si llega a su despacho. A través de sus redes sociales y declaraciones públicas, Milei reiteró su férrea postura de no ceder un milímetro en el ajuste, incluso si eso significa ir en contra de la voluntad de la mayoría legislativa y las necesidades sociales.
Esta respuesta, sin embargo, expone una fragilidad alarmante en el supuesto plan económico del Gobierno. Si un pequeño aumento, que busca recomponer ingresos de los sectores más vulnerables, puede “hacer tambalear” la macroeconomía o el superávit fiscal, entonces el tan cacareado “equilibrio” no es tan sólido como lo pintan desde la Casa Rosada. La realidad es que un plan económico verdaderamente robusto debería poder absorber y redistribuir recursos sin que un acto de justicia social lo ponga en jaque. El hecho de que un ajuste a los que menos tienen sea considerado indispensable para la estabilidad, es una muestra de la debilidad estructural del modelo libertario.
Lo sucedido ayer en el Congreso es mucho más que una sesión legislativa; es el grito de una sociedad que se niega a seguir pagando el costo de un ajuste inhumano. Es la demostración de que, a pesar de las presiones y descalificaciones, la democracia aún ofrece mecanismos para equilibrar la balanza en favor de los que más sufren.
Los jubilados, los trabajadores y los sectores populares ganaron una batalla fundamental. El Gobierno de Milei, con su intransigencia y su incapacidad para dialogar, sufrió una derrota política y económica que pone en evidencia la desconexión entre la agenda oficial y las urgencias de la gente. El mensaje es claro: la sociedad no está dispuesta a ser un mero espectador de su propio empobrecimiento, y la política, por momentos, aún es capaz de escuchar y actuar en consecuencia.
Ahora la pelota está en el tejado del Ejecutivo. El posible veto presidencial abrirá un nuevo capítulo de confrontación, pero la señal del Congreso es inequívoca: el ajuste tiene límites, y la dignidad de los jubilados no se negocia.