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Subieron los combustibles pero ya no es obligación comunicarlo, el bolsillo lo siente

En los últimos 45 días, los precios de naftas y gasoil en Argentina se incrementaron en promedio entre un 5 % y un 6 %, en buena parte como consecuencia de la suba del dólar, la presión impositiva y los precios internacionales del crudo. Sin embargo, desde junio pasado, ya no hay obligación legal para que las estaciones de servicio informen esos aumentos, lo que dejó a los consumidores sin una herramienta oficial para seguir los cambios en los surtidores. 

Qué cambió y qué implica esta ausencia de datos

  • El Ministerio de Economía derogó la resolución (Resolución 314/2016) que obligaba a las estaciones de servicio a reportar en un sistema estatal los cambios de precio en un plazo determinado luego de aplicarlo.
  • También se desactivaron herramientas públicas como la aplicación “Precios en Surtidor”, que permitían ver los valores de surtidores de todo el país casi en tiempo real.
  • Las principales petroleras como YPF, Shell, Axion y Puma aplicaron los aumentos, pero ya no comunican oficialmente cada modificación.

¿Cómo afecta esto al consumidor promedio?

  1. Inflación de alimentos y productos básicos: El combustible impacta directamente en los costos de transporte, distribución y producción, por lo que estos aumentos se trasladan a los precios de la comida, verduras, lácteos, etcétera.
  2. Menos transparencia = más desconfianza: Al no saber cuándo sube un surtidor, el consumidor queda a merced de lo que decide cada estación o empresa, sin posibilidad de anticiparse o elegir mejor.
  3. Ajustes encubiertos: La falta de anuncios formales hace que los incrementos muchas veces se descubran solo al acercarse a cargar combustible, lo que dificulta la planificación y obliga a gastar más de lo que uno espera.

Proyecciones para la semana que viene

  • Se espera que sigan los aumentos, ya que el dólar continúa su tendencia al alza, lo que eleva todos los componentes importados y los costos de los insumos.
  • Las estaciones que aplican el sistema de “micropricing” podrían hacer ajustes pequeños y frecuentes según la demanda o la zona, lo que complicará todavía más prever cuánto va a costar cargar. 
  • Si el Gobierno decide intervenir,—ya sea fiscalizando más o estableciendo topes temporales—, podría moderarse la escalada; pero por ahora no hay señales fuertes en ese sentido.

El aumento de combustibles no es solo un golpe al bolsillo del que carga nafta o gasoil. Es un efecto dominó que se ve en la leche, el pan, los servicios de transporte y hasta en el precio de los medicamentos. Cuando los combustibles suben, todos pagamos ese aumento, aunque en distintos lugares del recibo. En un país con inflación alta, cada precio importa y cada ajuste sin aviso o anuncio oficial añade incertidumbre y agrava la desigualdad.

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